Yendo a Portmán. Mar y minas.

Llegas a La Unión, provincia de Murcia, territorio minero desde antes de los romanos, y te adentras en paisajes abandonados de la mano de Dios. Otros tiempos contemplaron una frenética…...

Llegas a La Unión, provincia de Murcia, territorio minero desde antes de los romanos, y te adentras en paisajes abandonados de la mano de Dios. Otros tiempos contemplaron una frenética actividad minera e industrial en la zona que hoy es sólo un recuerdo.

Las cicatrices en el paisaje son gigantescas. Esto sólo se puede observar en otras cuencas mineras milenarias, como Rio Tinto, por ejemplo.

La gran decadencia de esta zona minera se produce tras la I Guerra Mundial, cuando cae ostensiblemente el consumo de plomo, lo que unido al agotamiento de los yacimientos lleva a un éxodo de personal minero y al abandono de muchas minas.

De La Unión sales por la carretera N-332 en dirección Cartagena y, a unos pocos metros de la salida de La Unión, tomas a mano izquierda la carretera N-345 en dirección a Portmán. Por el camino hacemos una parada para contemplar en primera instancia lo que ahora se denomina el «lago rojo«, que no es otra cosa que el fondo de la mina o corta Brunita inundado por el nivel freático de la zona.

La corta Brunita fue en su día un floreciente yacimiento de mineralización compleja de sulfuros, como la pirita, esfalerita, galena, pirrotina y calcopirita. Y otros minerales raros como la vivianita, ludlamita y cronstedtita.

Hoy la laguna rojiza «escondida» en el fondo de la mina es un depósito de aguas ácidas por lixiviación y meteorización de los sulfuros.

Un paisaje de abandono y decadencia tras una época gloriosa que dejó unas fuertes cicatrices.

Seguimos en dirección a Portmán y llegamos a un punto de la carretera que es una especie de mirador. Una pequeña explanada improvisada sirve para dejar el vehículo y disfrutar del paisaje. Podemos divisar la playa del Gorguel, donde mucha gente acampa y pasa unos días, en medio de un paisaje salvaje y de colores poco habituales.

A la que se baja por este caminito de tierra que veis abajo.

Pero, nosotros seguimos. Nuestro objetivo final es la playa de la Cola de Caballo. A esta playa se accede por un camino de tierra que sale a mano derecha en la curva más cerrada del trayecto tras salir del mirador en dirección a Portmán. Llagas hasta una construcción abandonada y sigues andando en dirección al mar, campo a través.

Lo escarpado del lugar hace que el descenso a la playa deba hacerse con cuidado. La pendiente es muy pronunciada y es peligroso, pero vale la pena. Desde la alto del acantilado se divisan los intensos colores de las rocas y la arena, que más parece un depósito de óxido que arena en sí.

Cuando llegas abajo te sorprendes de lo inusual de los colores. El agua limpia, pero parece gris. Un lado de los acantilados es ocre óxido de hierro y el otro el negro, muy negro.

Al fondo se divisan las piscifactorías donde se engorda atún rojo y otras especies cuyo alevines son fruto del trabajo de los investigadores del Centro Oceanográfico Nacional, específicamente de su sede en San Gines (pedanía de Cartagena cercana al Puerto de Mazarrón e Isla Plana y la Azohía).

De vuelta al vehículo después de mirar mucho al mar, puedes ver en este árido paisaje zonas de matorral mediterráneo con algunos reptiles tomando el sol y especies vegetales autóctonas protegidas.

Dejamos atrás el mar, la playa, los acantilados y vemos de frente en nuestra vuelta la ladera minera derrumbada y un horizonte de torres eólicas…Y decimos adiós.

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