Mucho tiempo lo conozco. Muchas veces he estado y, como me pasa con otros establecimientos que conozco mucho tiempo, siempre lo dejo para después. Pero, ya ha llegado el momento.

Y la verdad es que me daba pereza porque llevan tanto tiempo con la obra de enfrente (un hotel de una conocida cadena de lujo) que pensaba que, con los ruidos, no iba a ser imparcial. Pero, ya no hay apenas barullo de obra.

Se trata de un restaurante-bar (más que bar-restaurante) que tiene unas mesas altas en la terraza para desayunar o tomar el aperitivo (si la obra lo permite), pero, sobre todo, tiene un local espacioso, bien montado y distribuido. Con una luz agradable que te genera sensación de intimidad. Aunque haya mucha gente, normalmente no hay mucho ruido. Es agradable.
En la época de las terrazas «covid», tuvo una de las más animadas y mejores del barrio.
El personal que atiende el salón del restaurante (planta alta) es realmente profesional. Agradables y solícitos, moderadamente, sin pasarse.

En lo que a la cocina se refiere, me parece de buen nivel. Nos han recibido con un pan crujiente en rebanadas para ponerte una olivada para ir haciendo estómago.

A continuación, varios platos simultáneamente, a saber: croquetas de cocido, callos a la madrileña, milhojas de ventresca y albóndigas en salsa.
Las croquetas, simplemente, buenas. No hay ningún descubrimiento, pero están bien para empezar.

De los callos a la madrileña debo decir que estaban un poco (muy poco) picantes. Potentes, pero muy buenos. Una salsa espesa en la que, además de comerte los callos, te invita a sopar (al menos un poquito).
La milhojas de ventresca estaba buena, pero la he probado mejor, en este barrio y no muy lejos.

Mención diferente debo hacer de las albóndigas. Aunque hoy las he encontrado más fuertes que otras veces, la verdad es que me gustan muchísimo. Son de las que más me gustan de las no caseras (de restaurante).
El cocinero ha conseguido un rebozado y frito previo a la cocción en la salsa tan bien sellado, que dentro de la albóndiga se está creando una salsa también, lo que hace que la carne dentro esté muy jugosa y potente de sabor.
A las protagonistas del plato les acompañan unos cortes en forma de rejilla de queso crujiente y tostado, pasado por la plancha que hace un contraste muy agradable en el paladar.

Después, como final a los primeros, un cazón en adobo bastante bueno. Bien frito, jugoso y gustoso.
A continuación, el plato fuerte. Una fideuá con gambas rojas de Gandía. Independientemente de donde fueran las gambas (que estaban muy buenas), lo cierto es que el sabor de la fideuá era muy bueno.

Yo la prefiero con el fideo un poco más grueso, pero estaba buena.

Finalmente, tomamos varios postres, pero, uno me llamó más la atención y me gustó especialmente: la tarta de chocolate con pimienta.
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