Ya sabemos que, en Madrid, un restaurante gallego es casi sinónimo de calidad. Y sí, éste también es el caso.
Como suele ocurrir en muchos de estos restaurantes, no se puede decir que hayan centrado su inversión en el diseño o interiorismo del local. Es un local con una decoración simple, que en nada evoca la tierra gallega. Pero…

Cuando te sientas a comer, ya no hace falta el entorno. Comienzas a pedir y ya casi tienes acento. Que si un ribeiro por aquí y un pulpo a feira por allá.

Ya estás atrapado en los sabores de esa tierra y ese mar, maravillosos. Ni que decir tiene que el pulpo estaba muy muy bueno. Te lo sirven como quieras: con cachelos o sin cachelos (patatas). Nosotros pedimos sin cachelos porque ya veníamos de un buen aperitivo en la Cervecería El Santo y, las patatas -aunque muy buenas las gallegas- ocupan espacio en el estómago.
Seguimos con unos chipirones a la plancha muy buenos y muy bien hechos. Muy jugosos, en su punto perfecto de plancha.

Después unas zamburiñas a la plancha que estaban también para chuparse los dedos. Y terminamos con una tarta de Santiago. Especial.

Una buena relación calidad-precio. Bastante recomendable en cuanto al producto y el servicio.
Se encuentra en la calle Blanca de Navarra 6, barrio de Chamberí, Madrid.
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