
Auténtico bistrot, declara su publicidad. Sí, es lo que dicen que es. Un restaurante coqueto, recogido y bien servido, como gusta a los franceses.

Confieso que la decoración es agradable. Las mesas, espaciosas, cómodas. Un ambiente muy agradable. Como el personal.

Y, ciertamente, la carta también es muy francesa.

De entrada un foie mi-cuit excelente, acompañados de frutas del bosque y nueces. Especialmente las grosellas, en su punto ácido que combinan de maravilla con el foie.

Otro entrante muy interesante es la «ensaladilla«. Se trata de un plato que recuerda a la ensaladilla rusa, pero de más elaboración y, realmente, exquisito. Parte del plato es un carpaccio de langostinos y unas algas que acompañan el conjunto dando un toque marino y fresco. Muy especial. Muy buena.

Un tercer entrante: dos ensaladas vegetales, una con la vinagreta de la casa y la otra con queso de cabra a la plancha. No soy muy amigo de estas ensaladas. Me parecen aburridas, pero el género era bueno. Fresco, bien cortado y aliñado. Realmente, a mí me sobraba, pero como no era el único comensal…

Una cerveza artesanal para empezar y, después, un tinto para ayudar a las viandas. Buena la cerveza, de Madrid. El vino, de la Ribera del Duero. Muy bueno y nada afrancesado, así que ayudaba a las carnes más que bien.

Un magret de pato al punto acompañado de una de sus «salsas secretas» y un pastel de patatas. El magret, muy bueno. En mi humilde opinión, la salsa (que no estaba mal) sobraba. Cuando las carnes son buenas y están bien hechas, me parece que las salsas sobran, por muy especiales y secretas que sean.

Creo que la virtud está en saber cómo hacer las carnes. Es el caso del confit de pato (pato de barbarie, claro). Estaba muy bien hecho. Una maravilla que se sirve sin salsas. Es decir, la carne te lo dice todo.

También ha habido sobre la mesa un entrecot (entrecôte, en francés, ya que estamos). Muy bien cortado, muy bien hecho y servido, de nuevo, con una salsa secreta del chef y el mismo pastel de patata que en el magret de pato (no es un ejercicio de imaginación, desde luego). Igualmente sobraba. Y muy buena la carne y la salsa por separado, pero innecesaria.
De postre unos crêpes con chocolate (regulares) y una tarta de queso aceptable.
En cuanto al precio: razonable. En torno a los 30€ persona más las bebidas.
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