Fez, Marruecos: donde el tiempo se detuvo y la Historia vive

En el corazón del Marruecos imperial (esta palabra la usan mucho allí, pero la realidad es que Marruecos siempre ha sido un reino, cuando no ha estado ocupado, nunca un…...

En el corazón del Marruecos imperial (esta palabra la usan mucho allí, pero la realidad es que Marruecos siempre ha sido un reino, cuando no ha estado ocupado, nunca un imperio), se encuentra Fez, alejada del bullicio costero y del glamour turístico de Marrakech, una ciudad que no necesita artificios para fascinar. Aquí, las calles aún siguen el trazado medieval, las tradiciones se mantienen vivas y cada piedra parece contar una historia.

Foto de Matthias Bethke .

Fez es un viaje en el tiempo, un museo vivo de la cultura marroquí y una joya para los viajeros que buscan autenticidad.

Un legado milenario

Fundada en el siglo VIII por Idris I, Fez fue la primera capital islámica del país y centro espiritual e intelectual durante siglos. Su apogeo llegó en el siglo XIII bajo la dinastía meriní, cuando se convirtió en un foco de saber, arte y arquitectura. A día de hoy, sigue siendo considerada la capital cultural y religiosa de Marruecos.

Con sus más de 1.200 años de historia, Fez ha visto pasar imperios, caravanas, sabios, artesanos y poetas. Esta herencia no solo se conserva, sino que se respira, se huele y se palpa en cada rincón.

La medina de Fez el-Bali: un laberinto de la Historia

El alma de la ciudad es sin duda su medina principal, Fez el-Bali, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1981. Se trata de la zona urbana peatonal más grande del mundo, un auténtico laberinto de más de 9.000 callejuelas estrechas, pasajes cubiertos, patios ocultos y zocos temáticos.

Aquí no hay coches, solo burros y carretas transportando mercancías, vendedores que ofrecen desde especias hasta artesanía de cuero y el sonido de los martillos de los herreros mezclándose con los cánticos que emanan de las mezquitas. La sensación es la de haber cruzado un portal hacia la Edad Media.

Entre los puntos imprescindibles dentro de la medina están:

  • La Universidad de Al Qarawiyyin: fundada en el año 859, es considerada por la UNESCO como la universidad más antigua en funcionamiento continuo del mundo. Su arquitectura islámica es impresionante, aunque solo se puede visitar desde el exterior si no eres musulmán.

Foto de Momed.salhi.

  • Las Curtidurías de Chouara: famosas por sus fosas de piedra llenas de pigmentos naturales donde se tiñen pieles. Desde las terrazas de las tiendas de cuero se obtienen vistas únicas de esta actividad ancestral.
  • La Madrasa Bou Inania: una joya de la arquitectura meriní con mosaicos, mármoles y maderas talladas de una belleza sobrecogedora.

Foto de Bjørn Christian Tørrissen.

Foto de Csörföly Dániel.

  • La Puerta Bab Boujloud: entrada monumental a la medina, fácilmente reconocible por su colorido azul y verde.

Fez el-Jdid y el Barrio Judío (Mellah)

Puerta dorada del Palacio Real de Fez. Foto de User:China_Crisis.

Más allá de la medina antigua, Fez cuenta con otros distritos llenos de historia. Fez el-Jdid, construida en el siglo XIII como extensión de la ciudad, alberga el Palacio Real (no abierto al público, pero su enorme puerta dorada es un gran lugar para una foto) y el Mellah, el antiguo barrio judío. Allí, se pueden visitar sinagogas antiguas y pasear por calles más amplias y rectilíneas, en contraste con el laberinto del centro histórico.

La artesanía de Fez: un patrimonio vivo

Fez es célebre por su artesanía tradicional, especialmente en cuero, metal, cerámica y mosaicos. Los zellige (azulejos geométricos), las lámparas de latón calado, los tejidos bordados y los productos de cuero son elaborados por maestros artesanos que transmiten su saber de generación en generación.

Muchos talleres están abiertos a los visitantes, ofreciendo la oportunidad de ver el proceso de producción en vivo. Comprar una pieza en Fez es llevarse a casa un pedazo de cultura viva.

Gastronomía: sabores de tradición

La cocina fesí es una de las más refinadas del país. Platos como el tajine de ciruelas con cordero, la pastela (una empanada rellena de carne y frutos secos con azúcar glas y canela), y las ensaladas marroquíes son verdaderas delicias.

No faltan riads que ofrecen cenas caseras en patios rodeados de mosaicos y fuentes. También se pueden encontrar restaurantes tradicionales en terrazas con vistas a la medina, ideales para contemplar la puesta del sol sobre los tejados de Fez.

Nuestra experiencia gastronómica ha sido muy buena y variada y os la detallamos en otro post.

Fez hoy: tradición que mira al futuro

Aunque profundamente anclada en la tradición, Fez también se adapta a los nuevos tiempos. En las últimas décadas ha vivido un renacimiento turístico, con numerosos riads restaurados, proyectos culturales y festivales internacionales, como el Festival de Músicas Sagradas del Mundo, que atrae a artistas de todo el planeta.

La ciudad moderna (Ville Nouvelle), construida por los franceses en el siglo XX, ofrece una cara más contemporánea, con cafés, tiendas y hoteles, aunque la mayoría de los visitantes siguen prefiriendo la magia de la medina.

Consejos para el viajero

  • Duración ideal: 4 días permiten explorar bien la ciudad y sus alrededores.
  • Idioma: árabe y francés son los más comunes, pero muchos comerciantes también entienden inglés y algo de español.
  • Mejor época para viajar: primavera (abril-junio) y otoño (septiembre-octubre) ofrecen temperaturas más agradables.
  • Vestimenta: se recomienda ropa ligera pero respetuosa, especialmente al visitar lugares religiosos.
  • Guías locales: es recomendable contratar un guía oficial acreditado para la medina, ya que orientarse puede ser muy difícil sin ayuda.

Excursiones cercanas

Desde Fez se pueden realizar interesantes excursiones de un día a:

  • Meknes y Volubilis, ciudad imperial y ruinas romanas.
  • Ifrane, apodada «la Suiza marroquí«, por su arquitectura alpina y paisajes verdes.
  • Las montañas del Medio Atlas, ideales para senderismo y contacto con la naturaleza.

La experiencia personal

Llegamos Fez y fuimos hasta el punto de encuentro con el responsable y dueño del riad (Omar) en el que nos ibamos a alojar. Se trata de un garaje acordado donde vendrían los porteadores para llevarnos, junto a Omar al riad situado dentro de la medina.

La idea era clara: alojarnos dentro de la medina. Vivir la medina desde dentro y a todas horas (menos las excursiones, claro).

Mientras íbamos desde el garaje al riad, ya nos entró un personaje que nos ofreció sus servicios como guía. Como yo ya conocía el tema de otras ocasiones anteriores, le dije que me enseñara la credencial de guía oficial. Entonces me dijo que no era oficial, pero que me cobraba la mitad que los oficiales. Claro está que no lo contraté.

Unos metros más adelante ocurrió lo mismo otra vez (algo normal), pero éste si era guía oficial. Entonces le dije que nos acompañase al riad para que Omar nos diese el visto bueno, como así fue. Así que ya quedamos para el día siguiente visitar diferentes puntos interesantes de la medina.

Esto no se puede hacer sin un guía oficial, a riesgo de perderte en la medina y tener que dormir en la calle como un gato.

Una de nuestras primeras visitas fue la Universidad de Al Qarawiyyin, que te impresiona por muchos motivos. Uno de ellos es la cantidad de personas que la visitan (solo por fuera), lo que es, en algunos, momentos agobiante, pero es de una belleza arquitectónica notable.

Junto a sus puertas se agolpan puestos comerciales de diferentes mercancías. Algunos de ellos de dulces, aderezados por miles de avispas y abejas, cuyo vuelo (con zumbido incluido) agobia a más de uno, mientras el dependiente del puesto lo tiene como lo más normal. Ni le pican ni las ahuyenta. Ya sabes si quieres dulce, tendrás bichos.

Una de las cosas que más me ha sorprendido (es inevitable que lo compare con viajes anteriores a Marruecos) es que no he visto más que un burro en la medina, cuando, anteriormente, tenías que llevar mucho cuidado con el tráfico de burros, pegándote a la pared de la calle para que no te arrollasen.

Está todo como más civilizado. No sé cómo explicarlo. Pero las puertas de los comercios han cambiado, ahora son uniformes y de mejor calidad. Antes deban miedo. Por ejemplo.

Otra de nuestras visitas ha sido la Madrasa Bou Inania, realmente bonita e interesante. Lo que me ha sorprendido es la altura de las puertas de entrada a las habitaciones de los estudiantes. Muy bajitas (creo que para inculcar humildad a los estudiantes) frente a la grandiosidad del patio central y la sala de oración. Las habitaciones son realmente simples y pequeñas.

Por lo demás, podéis observar en las fotografías la grandeza arquitectónica del edificio, que da una idea de la sociedad que lo construyó. Una época (siglo XIV) de bonanza de los merinidas o meriníes. Es la única madrasa o medersa de Fez que tiene un minarete y, en otro tiempo actuaba como mezquita los viernes.

La siguiente visita importante ha sido a las Curtidurías de Chouara. Ahora las puedes visitar (y ya se encarga el guía de que sea así) desde el edificio de las tiendas de piel. Anteriormente podías entrar y pasear entre cubas.

Con un olor infernal que no olvidas en la vida. Sigue oliendo mal porque los vapores suben hasta el cuarto piso, desde el que puedes divisar cómo trabajan los curtidores, mientras un «amable» orador (de la tienda) te explica todo. Hacen mucho hincapié en que todo lo que usan es natural. Dícese excrementos de paloma, cal, pigmentos de origen vegetal… Como si las técnicas actuales con productos sintéticos para curtir fueran malas. En fin, cada uno cuenta su relato. Creo que es más agradable como haces la visita ahora. Pero, creo que era más auténtico cuando podías pasear por entre las cubas y ver de cerca a los curtidores. Es decir, sentir más cerca el oficio infernal que tienen esas personas teniendo que aguantar los olores y la impregnación de todas esas sustancias «naturales», muchas de ellas corrosivas.

Cuando acabas de ver (y oler), observar y fotografiar las curtidurías, te pasan a los salones donde te muestran la calidad de las pieles (sólo de vaca, oveja y cabra, nada de cerdos, como podéis imaginar), la calidad de las prendas y bolsos que fabrican, haciendo siempre mucho hincapié en que no huelen. En fin, éste es el primer capítulo de las visitas comerciales a las que te llevan los guías como parte del acuerdo porque ellos se llevan sus comisiones si compras. Nosotros no compramos nada en esta tienda, por lo que el guía cambió un poco el gesto. Pero, así es la vida.

Seguimos con una visita a una tienda de alfombras. Nos han contado -creo- casi todo lo que se puede contar sobre alfombras, incluyendo que son las mejores del mundo y, además, muy baratas. Como había alguna que nos gustaba y nos podría haber hecho objeto, entramos en el asunto de los precios y comenzamos a regatear. Llegamos a un punto en el que creemos que nos estaban intentando timar. En Madrid las puedes encontrar a mejor precio y por internet aun más. Así que dijimos que no comprábamos nada. El guía se pone nervioso y empieza a decirnos que si, realmente, queremos alguna, él nos la consigue a mejor precio al día siguiente. El responsable de la tienda -mientras- nos dice que si, al día siguiente vamos sin el guía, nos hace mejor precio. Es decir, miente uno, miente el otro. Entonces, cortamos totalmente.

El turista español (que para estos asuntos es más espabilado que otros, simplemente por cuestión de cultura) debe saber que ahora en Fez y Marraquech están muy habituados a los clientes estadounidenses, a los que venden a precios mucho más altos de su precio natural o normal, así que, cuando vas tú, les regateas a muerte y finalmente no les compras porque te hartas de ellos, se cogen unos cabreos monumentales. Los unos (las tiendas) y los otros (los guías). De hecho, nuestro guía insistió hasta que le dijimos «¡basta!.

Fuimos después a una tienda de cosmética bereber. Un establecimiento muy visitado de Fez, en el que, al entrar, el guía desaparece un rato (no sé si para tomar un té o para qué) y te recibe una amable señorita (lo digo seriamente) que te explica muy bien en español que es lo que hacen y lo que venden. Sin presión y con mucha amabilidad (algo que deberían aprender otros) y diciéndote que si no compras, no hay ningún problema (lo lógico y normal).

Y curiosamente, todos compramos algo en ese bonito y agradable establecimiento. El guía ya estaba más contento y agradable otra vez. Todo es -como os podéis imaginar- un absoluto cuento comercial perfectamente estructurado. Lo que no terminan de entender nuestros guías y demás es que esas costumbres que tienen ellos con los turistas, ya se trabajaban en España con los «guiris» en la Costa del Sol, Mallorca, Costa Brava, Baleares, Canarias y Alicante hace 70 años.

Seguimos en nuestro tour guiado por establecimientos comerciales. Ahora una tienda de «tejidos naturales», claro. Donde nos vuelven a hacer la exposición de cómo tejen y tiñen sus tejidos. Nos hablan de la «seda vegetal», un tejido hecho a base de finas fibras de pita o agave que, de seda, tiene lo mismo que de animal tiene un geranio. Pero es agradable y bonito. De nuevo, como es gente amable y agradable, les compramos unas cuantas cosas. El guía sonríe nuevamente porque vuelve a cobrar comisiones…

Finalmente, dentro de las visitas comerciales guiadas (después hemos hecho otras liberados del guía) hemos visitado una tienda dedicada a los adornos en metal. No es una platería porque la plata es una parte menor del establecimiento. No es una bisutería porque no es lo único que vende…

Un lugar interesante porque tiene muchas cosas de calidad y precios razonables. Por supuesto, tienes que regatear, pero no demasiado. También compramos cosas: pulseras, colgantes, algún marco metálico…

Y llegamos al final de nuestro acuerdo con el guía. Le pagamos y le dijimos adiós. No le sentó muy bien porque creía que iba a estar con nosotros varios días (nunca le dijimos tal cosa) y, en ese momento, sacó su cara antipática. Esto es algo natural en los bereberes. Y, en nosotros, es natural que si ya no te necesito, adiós muy buenas.

Al día siguiente, nos fuimos a hacer la excursión a Ifrán (Ifrane), de la que os damos cuenta en otro post.

El tercer día, que ya nos habíamos familiarizado con la zona cercana de la medina a nuestro riad, salimos tranquilamente a la aventura a ver la medina cercana.

Visitamos la calle más estrecha de la medina. Muchas personas no pasan a través de ella (no por miedo, sino porque no caben). Pero, sobre todo, visitamos muchas tiendas, de todo tipo.

Pudimos ver a los artesanos trabajando en diversos oficios y pudimos comer de puestos de la calle. Muchas suciedad alrededor, pero no en la comida. Aunque muy cerca.

Conclusión: Fez, el latido cultural de Marruecos

Fez no es solo un destino, es una inmersión. En cada calle se percibe la herencia de siglos (y el aroma de las especias, los olores de la carne y de todo lo demás…), en cada aroma se adivina una receta ancestral, en cada gesto se transmite una forma de vida que ha resistido al tiempo.

Para el viajero que busca más que paisajes bonitos, que anhela cultura, profundidad y autenticidad, Fez es un tesoro que deja huella.

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