Una tarde de septiembre de 2021, tras haber acabado la mudanza, salí con mi hija a tomar un café. Todo apuntaba, tras un paseo por el barrio, a que la tarde iba a ser relajada. Una temperatura de lo más agradable y el barrio tranquilo. Sin demasiado tráfico. Sin demasiada gente.
Daba gusto ver las terrazas «covid» y «no covid». La ciudad llena de vida, como la recordaba de otro tiempo.
Podías escuchar lenguas de todos los confines. Pero, especialmente recuerdo sorprenderme con la cantidad de franceses que había aquel día en las terrazas.
Aquella tarde de final de verano me re-encontré con el Madrid que recordaba. Hasta el punto de encontrarme con un compañero de la Universidad al que no veía desde hacía más de treinta y cinco años.
Seguía viviendo donde vivía con sus padres entonces. Seguía en el barrio. En Madrid la gente ama su barrio y, si tiene la posibilidad, intenta seguir viviendo en él. En Madrid hay más vida de barrio que en el resto de capitales de provincia. Madrid es muy grande y, a la vez, muy pequeña. Está hecha de gentes de fuera que se sienten de su pueblo y de Madrid. Como yo.
Gracias a mi amigo y compañero de tiempos jóvenes, tanto mi familia como yo nos integramos rápidamente en la comunidad. Algo que, desde este humilde blog, agradezco a todos.
Pero, ahora que ya ha pasado un tiempo desde aquel entrañable episodio, quiero aprovechar para expresar mi absoluto rechazo a la desaparición de aquellas terrazas que se permitieron por la pandemia. Me parece totalmente chocante que una administración tome esa decisión, mientras dice que quiere disminuir el impacto de los vehículos en la ciudad.
Desde mi punto de vista, una de las formas de presionar para que haya menos vehículos dentro de Madrid es disminuir las plazas de aparcamiento. Pero, si además, aumentas los espacios de ocio y las zonas de servicios de hostelería, aumentarás la recaudación de impuestos de la ciudad, mejorarás la oferta turística al tiempo que estarás haciendo una ciudad más de las personas. No creo que al ayuntamiento le compense cobrar más aparcamientos. Creo que se equivocan.
Pero, hasta en el cielo hay controversias.

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