
En el corazón de las medinas marroquíes, ocultos tras muros de adobe y puertas de madera ornamentada, se encuentran los riads, auténticos refugios de paz y belleza que ofrecen una ventana íntima al alma de Marruecos. Estas construcciones tradicionales, hoy en día transformadas en lujosos alojamientos turísticos, combinan historia, arte y hospitalidad en una experiencia única que seduce a visitantes de todo el mundo.
Un oasis interior: la arquitectura del riad
El término riad proviene del árabe «riyad», que significa «jardín». Y este concepto es fundamental para entender su estructura. A diferencia de las casas occidentales, los riads están construidos hacia adentro. Su característica principal es un patio central —generalmente con una fuente o jardín— alrededor del cual se distribuyen las estancias. Esta configuración no solo protege del calor y el bullicio del exterior, sino que simboliza el paraíso islámico: un espacio de calma, frescor y recogimiento.

Los materiales utilizados son otro sello distintivo: azulejos zellige multicolores, estuco tallado, madera de cedro y mármol. Los detalles decorativos reflejan el refinado arte andalusí y bereber, con formas geométricas, caligrafía árabe y motivos vegetales, siempre evitando la representación humana, en coherencia con la tradición islámica.
El riad como alojamiento turístico
En las últimas décadas, muchos riads han sido restaurados y convertidos en alojamientos boutique, especialmente en ciudades como Marrakech, Fez y Essaouira. Esta transformación ha sido clave en el desarrollo del turismo cultural en Marruecos, atrayendo a viajeros que buscan una experiencia más auténtica y cercana a la vida tradicional marroquí.

A diferencia de los hoteles convencionales, alojarse en un riad permite al visitante sumergirse en la atmósfera de la medina, experimentar la hospitalidad marroquí en un entorno íntimo y disfrutar de servicios personalizados, como cenas caseras en la terraza, rituales de hammam o talleres de cocina local. Muchos también funcionan como galerías de arte o centros culturales, promoviendo la artesanía y el diseño marroquí.
Entre patrimonio y modernidad
La recuperación de los riads no solo ha revitalizado barrios históricos en declive, sino que ha generado empleo y promovido la conservación del patrimonio arquitectónico. Sin embargo, este auge turístico también ha generado desafíos, como la gentrificación y el aumento de precios para la población local.

A pesar de ello, el riad sigue siendo un símbolo de equilibrio entre tradición y modernidad. Su valor va más allá de lo estético: representa una forma de vida centrada en la familia, la intimidad y el respeto por el entorno. Para el turista, es una invitación a desacelerar, a contemplar, y a descubrir Marruecos desde dentro.

A lo largo de los próximos posts os contaremos nuestras experiencias en diversos riads.

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