
Cuando pisas Sevilla, inmediatamente percibes la grandeza de esas ciudades que han hecho la Historia. Es indudable esa magia que le aporta haber sido el centro de la actividad exterior de la España imperial y ser la capital de Andalucía, una tierra que se caracteriza por la calidad de vida intrínseca a la forma de ser de sus habitantes. Da igual ricos que pobres. La alegría es parte de la idiosincrasia andaluza y, especialmente, sevillana.

Cuando has paseado por la grandiosa ciudad, donde los edificios del periodo imperial te sobrecogen, al cruzar el río Guadalquivir y adentrarte en el barrio de Triana, se ve el mundo de otra manera.

No sé muy bien como explicarlo, pero, te cambia la perspectiva. Las cosas se ven de otra manera. A la manera de Triana. Más tranquila la vida. Más alegre, más vital. Con más color.

Desde la margen izquierda del Guadalquivir a su paso por Sevilla se ve la ciudad más grandiosa. La perspectiva te permite ver la ciudad con mayor ángulo y ver mucho más de una vez.

El paseo junto al río al atardecer lo haces en la sombra, mientras que ves el lado derecho iluminado por el sol. Un espectáculo para la vista.


Piragüista practicando en el Guadalquivir junto a una reproducción de la nao Victoria.
Paseando por Triana ves los rostros alegres de la gente en las terrazas de bares y restaurantes. Ves el colorido de los edificios, mucho menos sobrios que los grandes edificios institucionales del otro lado.

A la hora de comer, pasa igual. Hay muchos buenos restaurantes en Sevilla y en Triana, pero a mi me apetece hablaros de uno muy popular: la taberna «La Plazuela».

Está situado en la plaza de Santa Ana, barrio de Triana. Por un lado, no puede ser más típico y por otro lado, inmejorable, tanto el servicio como lo que he comido. A saber: unas especialísimas aceitunas gordales con un sabroso aliño de aperitivo con una caña de cerveza; unas coquinas al gusto de Triana de «toma pan y moja»; cazón en adobo tan bueno como cabe esperar a la vista de lo demás y unas pescadillas de bahía buenísimas. Todo regado con un vino blanco de Sanlúcar de Barrameda. Maravilla. En la terraza y protegido en la sombra.

Aceituna gordales aliñadas en la taberna «La Plazuela» de Triana.

Coquinas en la taberna «La Plazuela» de Triana.

Cazón en adobo en la taberna «La Plazuela» de Triana.

Pescadilla de bahía frita en la taberna «La Plazuela» de Triana.
Después a pasear de nuevo. Las callejuelas de Triana, unas con su bullicio, otras con su tranquilidad, te dan pausa, tranquilidad y disfrute.




Calle bulliciosa en Triana.

Balcón en Triana.

Colorido y devoción en la esquina de la calle Pureza de Triana.
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