Que en Murcia el nivel gastronómico es muy alto es más que sabido. Por sus productos de la tierra, por sus profesionales, porque los clientes tienen bastante cultura gastronómica y son exigentes.
Es decir, hay muchos y buenos restaurantes, bares, gastrobares, tabernas, ventas, etc. Es una de esas zonas donde se disfruta de ir a comer fuera de casa, por mucho que, como mediterráneos, sean de comida casera.

Por eso, cuando vas a un lugar a comer, te gusta sentirte como en tu casa. Eso es lo que me pasa a mí en el establecimiento del que os voy a hablar: El Cuentavinos.
Para empezar, el nombre ya te dice algo: te van a poner vino y te van contar algo sobre él. Este establecimiento reúne una confitería, pastelería, un gastrobar y, finalmente restaurante. Todo comunicado tanto físicamente como conceptualmente.
El Cuentavinos siempre ha tenido una de las mejores cartas de vinos de Murcia. Y, para acompañar los vinos, al principio, tenía un extenso catálogo de quesos, embutidos selectos y laterío realmente especial. Hoy hay también cocina con recetas propias.
Hacía años que no lo visitaba. Desde que estoy en el cielo, en Madrid. Pero, he decidido volver a visitarlo realmente por que creo que se merece que yo hable en el blog, tanto del establecimiento como del dueño, mi amigo José.
Siempre se ha definido a sí mismo como un tabernero a la antigua usanza, especialmente en lo que a la manera de tratar a los clientes respecta, pero con una vastísima cultura de vinos y con qué maridarlos. En El Cuentavinos (que también dispone de tienda de vinos física y on line) yo recomiendo hacerlo así: empezar eligiendo el vino y después pedir al propietario (o al camarero que te atienda) que te vaya poniendo platos que vayan bien con el vino.
Así que, en mi caso, dada la confianza con José, le pedí que eligiera él el vino (en otro tiempo tuve la oportunidad de asistir a unos cursos de cata que impartieron sumilleres y enólogos en su establecimiento, así que es de suponer que nos conocemos en ese sentido).
Nos propuso La fille (de Bodega La Niña de Cuenca, en Ledaña). Se trata de un vino envejecido en tinaja. Una sorpresa en cuanto a sabor y evolución tras abrirlo. Al principio un tanto áspero para mi gusto. Algo que desaparece tras unos minutos abierto. Me gustó mucho.

Para acompañar ese vino, empezamos con una tapa de hueva de mújol de Murcia y un queso parmesano.

Seguimos con unas alcachofas de la huerta de Murcia sobre las que dormían unas anchoas de Santoña, acompañadas de unas cebollitas enteras caramelizadas.

Continuamos con unas patas de pulpo al horno al estilo de Murcia.

Y llegó el primer plato de jamón ibérico de bellota (100%). Conversar y comer. A eso siempre te ayuda un plato de jamón. Tranquilidad y gusto extremo. Un disfrute.

Acompañado de unas rebanadas de pan dorado (no llega a tostado) con aceite de oliva virgen extra (como mandan los cánones).

Ahora un «tomate partío» de la Huerta de Murcia. Esto lo podemos calificar de muy especial porque, en la grandes ciudades, es muy difícil conseguir un buen tomate. Un tomate realmente de huerto, no de invernadero. La diferencia en sabor es abismal.

Como José consideraba que ya habíamos descansado suficiente nos presenta unos platos de caña de lomo ibérico para ir cogiendo tono de nuevo.

Lo que sigue es lo que hoy está de moda llamar «T-bones«. Una presentación de un chuletón diferente, pero, vale la pena. Realmente, la carne de buey estaba muy buena. En el punto (bien hecho por fuera y crudo por dentro) que bien sabe nuestro querido tabernero que nos gusta. Especialmente a mí.

Como el jamón nos había gustado mucho, antes del postre pedimos otro plato. ¡Que no se diga!

Finalmente, pedimos tarta de la abuela y tiramisú, acompañados de un muy buen Pedro Ximénez.

Muy muy bien todo. Como siempre. Si vais a Murcia, debéis visitarlo. Con el buen tiempo tiene una magnífica terraza.
El Cuentavinos está en la calle de Ramón del Valle Inclán nº2, Murcia.
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