Éste es el segundo alojamiento de los que teníamos contratados. Cuando hemos llegado (por fin), nos han recibido en el parking con porteadores para los equipajes. Gracias a Dios. Si no hubiera sido así, no sé lo que hubiera pasado. Nuestro equipaje era pesado, muy pesado. Y bajar (y, por supuesto subir) es muy complicado.

De repente te encuentras en un mundo inclinado. Los agrestes montes son muy inclinados. El parking es muy inclinado. El pueblo es muy inclinado.

Bueno, debo decir que el viaje desde Tánger por las estribaciones de la cordillera de Rif no lo es tanto y es realmente bonito. Un viaje muy agradable y, salvo algún tramo de carretera en obras, todo muy bien.

Pero, volviendo al alojamiento. Vamos descendiendo por callejuelas hasta que nos indican que giremos a la izquierda. Una de las casas azules, muy vistosas, pero no crees que -por la fachada- te vayas a encontrar un alojamiento tan bueno.

Nos es específicamente un riad. Es una casa habilitada para recibir huéspedes. Pero, muy bien habilitada.
Todo absolutamente limpio, cuidado y -yo diría- muy nuevo. Había una persona de servicio las 24 horas disponible para nosotros.

Me ha parecido muy bueno el sitio. Sólo le pongo un pero: que está en la parte alta del pueblo y, cuando bajas al centro, después hay que subir, para descansar o dormir. Pero, una vez que lo consigues, el alojamiento es un remanso de paz, un refugio.
Las habitaciones y los baños, muy espaciosos, limpios y con todo lo que puedas necesitar de aseo, conexiones eléctricas, etc.
Lamento no disponer de fotos para mostrar, pero os aseguro que vale la pena. Los porteadores también estaban disponibles para la partida.
Muy bien todo. Muy recomendable.
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