Al llegar a Tánger, después de muchos kilómetros de coche y la travesía en barco, de pasar el trance de conseguir aparcamiento (en medio de una larga cola de acceso al parking, con una buena propina, se cambian las posiciones) y el suplicio de llegar al riad con los equipajes, lo único que deseas es descansar un poco y, a continuación, salir a cenar.

Le elección fue simple, en base a las referencias de Google y Tripadvisor. Muchas y muy buenas. No perdamos el tiempo y vamos a cenar.
Al llegar al sitio, un poco de decepción porque había muchísima gente esperando. Pero, se nos pasó en seguida. Estuvimos esperando en la «sala de espera» improvisada, que tiene el restaurante en la acera de enfrente: unas sillas en medio de la calle desde donde contemplas a la gente comiendo en frente de tí, hasta que te toca. No fue demasiado.

Cuando nos pasaron a la mesa, lo primero que nos dieron fueron unas más que buenas aceitunas. De las que pedimos repetir una y otra vez. Después, a comer de lo que hay: pinchos morunos de muchas clases. De pollo, de cordero, de ternera, de atún, etc.




Todos muy buenos, jugosos, nada pasados. Y siempre acompañados de patatas fritas. Muy bien hechas.

El sitio vale la pena. Realmente, es una cocina simple, pero la tienen muy conseguida y la cena ha sido excepcionalmente barata.
Restaurante Chez Hassan Bab Kashba. Muy recomendable.
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