Ifrán (Ifrane), la Suiza de Marruecos.

Desde Fez, yendo en coche, como es nuestro caso, se trata de una excursión interesante. Ahora estamos repitiendo algo que ya hicimos hace años. Aun así, todo es nuevo, o…...

Desde Fez, yendo en coche, como es nuestro caso, se trata de una excursión interesante. Ahora estamos repitiendo algo que ya hicimos hace años. Aun así, todo es nuevo, o casi todo.

La carretera es el doble de ancha de la primera vez que estuve. Es como una carretera general en España. Y con un tráfico densísimo. Recuerdo hace años circular en coche también y no ver a casi nadie por la carretera.

De camino a Ifrán, pasas por muchas aldeas y por la carretera tienes multitud de puestos de venta de frutas, frutos secos, cerámica y productos de artesanía de mimbre, caña, etc.

Hay mucha actividad en Imouzer Kandar, una localidad de veraneo de marroquíes. Te sorprende la actividad en la calle.

Pero, nuestra primera parada programada es en la Reserva Nacional de Ifrán. En otro tiempo, un lugar absolutamente salvaje, un densísimo bosque al rededor de un lago, donde te impresionaba al bajar del coche el ruido que hacían los macacos.

Nuestro gozo en un pozo: no hay lago, está seco totalmente. El bosque ha perdido mucha vegetación y, claro, no hay un solo mono. Podéis observar la sequía que afecta a este parque. Es absolutamente desolador.

Así que decidimos seguir adelante y llegamos a Ifrán (Ifrane), la Suiza de Marruecos. Que ya había visitado también hace años. Lo que nos encontramos no se parece en nada, salvo en las construcciones, a lo que yo conocía.

Universidad Al-Akhawayn en Ifrán. Foto de Amina Lahbabi.

Sigue siendo precioso. Vegetación abundante, jardines perfectos, calles limpias como en ningún otro sitio de Marruecos.

Ifrán en invierno. Foto de nssaw tawahd.

Ifrán en invierno. Foto de Vispec.

Pero, esto que era un reducto de la aristocracia marroquí, está ahora lleno de veraneantes de la clase media. Muchos, muchos, muchos. Demasiada gente. Se ha popularizado totalmente. Y no me parece mal que la gente disfrute, pero, ha perdido ese encanto que tenía. Esa paz solitaria.

Mezquita Mohamed VI. Foto de L. Vadillo – MaLéPhotoSpain.

En fin, hemos hecho una parada para tomar algo (eso antes era imposible) en un local donde la gente es muy agradable.

Hablan español perfectamente y hemos podido preguntar por la sequía y los monos. Un amable camarero nos ha explicado que, con la sequía, los monos se han trasladado a otro bosque cercano más húmedo (lógico, los monos no son tontos). Se trata del bosque de Azru.

Pagamos, reservamos mesa para el medio día y nos vamos Azru a ver monos. La distancia de Ifrán a Azru es de pocos kilómetros. Ya íbamos diciendo que no vamos a ver los monos, etc.

Pero, sí. Los monos aparecen. Aparcamos al borde de la carretera y nos bajamos de los coches con precaución porque nos habían dicho que debíamos tener cuidado porque, a veces, se ponen agresivos.

Pero, no hemos tenido ningún problema. Los macacos son bastante «educados» y tranquilos. Algunas discusiones entre ellos, pero con los humanos nada de nada. Hacen sus monerías, los puedes fotografiar sin problema y se ve que están más acostumbrados a nosotros que nosotros a ellos.

Hemos podido disfrutar un poco del África realmente salvaje.

El león de Ifrán. Foto de Bernard Gagnon.

Volvemos para comer a Ifrán. Y nos esperaba una comida de lo más agradable.

Una comida -digamos- de corte internacional: pizzas, brochetas o pinchos morunos (esto más marroquí), platos combinados al más puro estilo turístico español y mucha y muy buena fruta.

No puedo deciros el nombre porque he perdido el ticket y no me acuerdo, pero si puedo deciros que está junto al mercado central, en el Boulevard Moulay Abdellah, el primero de los restaurantes que te encuentras.

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