Ha sido extraño lo que nos ha ocurrido con este bar. Hemos ido a tomar un aperitivo rápido para hacer tiempo para la mesa que teníamos reservada en otro sitio. Nos ha costado irnos y hemos vuelto a cenar.
Lo cual indica -como se puede imaginar- que nos ha gustado. Una cervecita de entrada (para ver que tal la tiran). Específicamente, un doble de Mahou estupendo, que te refresca y quita esa sed que dan estas temperaturas asfixiantes del verano patrio.

Unos trocitos de empanada gallega de bonito como tapa de obsequio para la cerveza. Muy buena. Una masa fina y un relleno jugoso.

A continuación unos boquerones en vinagre muy ricos. Muy bien hechos.
Seguidamente, una croquetas de torta del casar con virutas de jamón ibérico. De impresión. Posiblemente las mejores croquetas que me he comido nunca. Un rebozado hecho por ellos mismo con un pan determinado que rallan de manera que queda un grano grueso que, al freír, queda muy crujiente. Muy bien fritas la croquetas: crujientes por fuera y muy jugosas por dentro, pero las partes con el tenedor y no quedan líquidas. En fin, el sabor es increíble.

Después (error de ignorante) pedimos las croquetas de rabo de toro. El aspecto es el mismo. Espectaculares también, pero, si vas a tomar de los dos tipos de croquetas, debes comer antes las de rabo de toro y después las de torta del casar. Las de rabo de toro son deliciosas, pero su sabor es más suave. Mucho más suave. Hasta el punto de que, si te tomas una de rabo tras una de torta, te sabe a poco. Pero, sin concesiones, éstas de rabo de toro son una maravilla también.
Aquí paramos y nos fuimos a comer a otro restaurante. Pero, reservamos para cenar y, por tanto, por la noche volvimos.

No pudimos resistirnos a la tentación y empezamos pidiendo las croquetas de torta del casar nuevamente. No habían cambiado. Exactamente igual de deliciosas.
También pedimos un plato de chorizo que habíamos visto al medio día (y no pedimos porque después teníamos que comer en otro restaurante). Maravilloso Joselito.
Volvimos pedir otro plato de boquerones en vinagre, pero la estrella de los salazones y encurtidos fueron las sardinas ahumadas sobre tosta. Las mejores que he comido (ya van dos cosas por ese camino en este establecimiento).
Unos huevos (en teoría rotos, pero no, podías sopar en la yema) fritos con patatas, vinagre y pimentón dulce que recomiendo muchísimo.
Un plato de secreto ibérico con espárragos trigueros y patatas fritas.
Para terminar una tarta de queso esponjosa, jugosa y buenísima y una tarta de manzana especialmente rica.
Pero, hubo en nuestros postres una sorpresa que debéis probar si visitáis El Santo: las trufas de chocolate y otros secretos.

Este bar me parece una maravilla. De lo mejor de lo mejor. Está ubicado en la calle de Fernando el Santo nº4, en el barrio de Chamberí, Madrid.
El Santo es un local cómodo, agradable, decorado con motivos sobre todo taurinos, pero sin estridencia ni forofismo. El servicio es excelente y tienen una extensa y bien planteada carta de vinos.
0 comentarios