Situado en el barrio de Las Letras, en pleno centro de Madrid, La Dolores es uno de esos bares que conservan el sabor auténtico de lo castizo.

Con más de cien años de historia, este local se ha ganado un lugar de honor en el imaginario madrileño gracias a su ambiente genuino, su cuidada selección de vermuts y su barra de tapas tradicionales. Y no olvidemos que las cañas son de las mejor tiradas de Madrid.
Historia viva del Madrid tabernario
Fundado en el año 1908, La Dolores se ubica en la Plaza de Jesús, 4, justo frente a la basílica de Jesús de Medinaceli.

Su nombre hace referencia a una popular zarzuela española, y su fachada de azulejos originales, que data de los años 20, es una de las más fotografiadas del barrio. El interior conserva su estilo clásico: barra de mármol, techos altos y espejos antiguos que evocan el Madrid de principios del siglo XX.
El templo del vermut
Uno de los grandes atractivos de La Dolores es su vermut de grifo, considerado por muchos como uno de los mejores de la ciudad. Servido bien frío y acompañado de aceituna y rodaja de naranja, es una parada obligatoria para los amantes de esta bebida que ha vuelto a ponerse de moda.

Además, cuenta con una carta de vinos bien seleccionada y cervezas servidas con el punto justo de temperatura y presión.
Tapas sencillas pero memorables
En La Dolores, la barra siempre está repleta de tapas tradicionales: anchoas del Cantábrico, mojama, queso curado, aceitunas bien aliñadas y conservas de primera calidad.

No hay cocina elaborada ni platos sofisticados, pero sí un respeto absoluto por el producto, servido con rapidez y simpatía, como manda la costumbre madrileña.

Punto de encuentro cultural
Por su ubicación estratégica entre el Museo del Prado, el Congreso de los Diputados y el barrio de las Letras, La Dolores atrae a una clientela variada: vecinos, políticos, artistas, turistas y amantes de las tabernas con alma.

Es habitual ver tertulias improvisadas junto a la barra o grupos disfrutando del aperitivo en la terraza durante los fines de semana.

La Dolores es mucho más que un bar: es un testimonio vivo del Madrid más auténtico, ese que resiste el paso del tiempo con buen humor, vermut y conversación.

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