Después de Ventenac-en-Minervois.

Un día tranquilo de navegación tras Ventenac-en-Minervois, con pocos otros yates en el canal. Otros pequeños «villages» como Paraza, a pocos kms de Ventenac. Simplemente navegar y contemplar el paisaje. Lleno de viñedos todo el trayecto.

Lo siguiente es Roubia.

Y en esta parte del canal los árboles del plátano cambian a pinos en algunos puntos. Y, después Argens.

No hay que olvidar las esclusas. Tenemos un total de 64 a lo largo de todo el trayecto. Después de las primeras (sobre todo las 6 de Béziers) todas son fáciles. Ahora Homps.

Otro puerto tranquilo donde se pueden comprar algunas cosas de calidad gastronómica, lo mejor, el pan.

Estamos navegando paralelos al rio Aude. En algunos puntos a 20 metros. Y vamos estando más cerca de Carcassonne. Por lo  que comenzamos tener más tránsito de yates. Empieza a parecerse a una carretera con agua. A pocos metros del canal tenemos la laguna de Homps, donde se practica windsurf.

La Rédorte. Navegación. Marseillette.

Carcassonne.

Hasta llegar a la gran ciudad de la región, tenemos la esclusa de Trèbes. Una pequeña y tranquila ciudad donde hacer una parada con café. Hacemos la esclusa y continuamos hasta Carcassonne.

En la ciudad de Trèbes el rio Aude siempre está cerca del canal, hasta el punto de tener puentes del canal sobre el río.

Después de un corto periodo de navegación entramos en la ciudad de Carcassonne por la parte norte porque el canal gira del este al norte en la entrada.

La última esclusa para entrar. Y un área de calma, no es el puerto, pero también da para amarrar.

A continuación el puerto. Es diferente, más grande, más servicios. Todos los que se pueden precisar en una gran ciudad. El tiempo en el puerto de Carcassonne no está incluido en el precio del alquiler del yate. Es lo único que no es sin coste añadido. Pero, tampoco es caro. Y la ciudad lo merece desde un punto de vista histórico y monumental, comercial y gastronómico.

Tras la esclusa de la ciudad.

La ciudad presenta una gran variedad gastronómica. Los quesos, embutidos y vinos de la región se pueden comprar en muchas tiendas en el centro de la ciudad moderna con buenos precios, cerca del puerto. Pero, considero mucho más interesante visitar el mercado público en la calle. Ahí se puede conversar con los comerciantes que van de ciudad en ciudad comerciando con los productos del pie del Pirineo y del interior de Francia.

Se pueden probar sin problemas los quesos en los puestos. Son personas muy abiertas y simpáticas y acostumbradas a tratar con turistas, sobre todo españoles. Muchos de ellos hablan español. También es un buen punto para un aperitivo. El mercado queda a pocos metros del puerto.

Pero, el área más visitada por los turistas y más reconocida internacionalmente, es la ciudad antigua.

La ciudad antigua está rodeada por la ciudad moderna por el norte y por el sur por los viñedos.

La fortaleza medieval está limitada por una muralla altísima que, como toda la ciudad, está muy bien conservada.

En esta fortaleza fue filmada –además de muchos otros filmes– la versión de Robin Hood de Kevin Kostner.

Dentro de la muralla se puede visitar también el museo, la catedral y muchas tiendas para turistas. También hay muchos restaurantes. Pero, mi consejo es comer o cenar fuera de la ciudad antigua.

Cerca de la fortaleza tenemos un área con restaurantes especializados en la cocina regional.

No se debe olvidar probar el auténtico «cassoulet» hecho con alubias de la región, pato y salchicha con un vino cabernet o sirah.

De Carcassonne a Castelnaudary.

Es el trayecto final del viaje. Tranquilidad, como casi todo el viaje. Muy confortable. Buena cocina, buenos vinos, personas simpáticas y educadas. Relajante totalmente.

Siempre en contacto con la naturaleza. Una maravilla de viaje. Es totalmente diferente a un área de playa. La navegación fluvial es muy tranquila, sin muchos problemas y siempre cerca de otros yates que navegan por el canal.

A penas la inquietud de un puente o una esclusa. Los animales como los patos y las nutrias no tienen miedo de las personas en el canal.

Eso da una idea del respeto de las personas por la naturaleza.  Pero, seguimos navegando.

El paisaje es ahora más seco hasta llegar cerca de Castelnaudary. Llegamos a una laguna amplia, donde tenemos que entregar el barco.

Se trata también de una ciudad con un puerto grande con todos los servicios. Dormimos en el puerto para entregar al día siguiente el barco y coger nuestro coche de vuelta, que está en el parking de la empresa y fue traído por un empleado de la misma.

La ciudad da para estar al menos un día y medio. Visitar la Iglesia de San Michel, gótica con impresionantes gárgolas muy bien conservadas. Comer y cenar cosas de la región y prepararte para el retorno en coche a Madrid.

También pasear por el borde de la laguna por la noche.